MIGUEL KOO CHIA CUENTA LA
CONVIVENCIA EN EL INTERIOR DE LA FRANJA.
La vida de un futbolista, tan igual como la de un artista, no es fácil. Y
es que la forma como los jugadores conviven dentro de un equipo profesional es
desconocida por el público, de la misma manera como se desconoce el trabajo de
un artista detrás del telón de un teatro, donde los protagonistas asumen
múltiples compromisos, sacrificios y responsabilidades para mostrar lo mejor de
su talento en cada presentación y ganarse un merecido aplauso del espectador.
“Hay quienes creen que ser futbolista es un pasatiempo bonito, donde solo
se trabaja un par de horas al día, se firma autógrafos y te aplauden en los
estadios; sin embargo la realidad es otra. Un deportista profesional lleva un
régimen laboral de arduos entrenamientos y pasa muchas horas de recuperación
sin salir de casa”, cuenta el gerente deportivo Miguel Koo Chía.
“También viaja días enteros por tierra a ciudades de altura, soporta vuelos
con turbulencia, come dieta insípidas, debe tener cero vicios y tiene que
mostrar tenacidad al final de un partido, donde después de todo el trajín y
sacrificio puede terminar aclamado o insultado como un villano”, agrega.
Explica que lo bueno de este grupo de jugadores es que está mentalizado con
lograr un Torneo Internacional, por ello se ha alcanzado resultados inéditos,
nunca antes conseguido por el club, siendo la solidaridad, la unión y el
sacrificio la motivación para ganar o empatar casi todos los partidos que
durante dos meses se jugó domingos- miércoles- domingos.
Fue en este lapso en que el equipo pasó más tiempo dentro de un bus, en
hoteles y aeropuertos que junto a la familia, la misma que de igual forma se
sacrifica al dejar su lugar de origen en otro país o ciudad para acompañar al
esposo en nuestra localidad, adaptándose en un espacio alquilado con mínimas
comodidades, nuevo colegio para los niños y vecinos desconocidos.
“En los viajes a Lima en ómnibus los jugadores van viendo películas, en los
aviones escuchan música, en los hoteles están en internet y en los restaurant
comen todos juntos como hermanitos, teniendo al profesor Javier Arce como un
padre y al profesor Claudio Arrué como un hermano mayor”, revela el gerente
deportivo.
“Los cinco partidos ganados fuera de Chimbote y tres empates habla muy bien
de una sólida relación que mantenemos en todo el cuerpo técnico desde las
épocas del Deportivo Sipesa y Pesquero, no obstante, también discrepamos como
en las mejores familias, pero prima ante
todo la confianza y la lealtad de conocernos hace muchos años”, indicó.
Por último Koo Chía no dudó en reconocer que al comienzo se vivieron muchos
días de incertidumbre, casi nadie apostaba por el plantel, hasta el primer
comando técnico se fue. Por eso, en una forma silenciosa los jugadores comenzaron
a juntarse como una familia.
ARCE Y ARRUÉ FUE UN CATALIZADOR PARA EL EQUIPO
“La llegada del Profesor Arce y Arrué fue un catalizador para levantar la
autoestima de cada jugador hasta aprenderse el libreto de identificarse con
nuestra ciudad y dejar muy en alto su nombre.
Hoy, el equipo está totalmente al día en sus haberes, no se debe un centavo
a la Agremiación y toda la prensa nacional ya habla del sorprendente José
Gálvez de Chimbote”, puntualizó.
YA ES PARTE DE LA FRANJA
Koo Chía llegó al club Galvista el año 2007 durante la presidencia de Eudocio
Martínez Torres, en el 2008 trabajó con Arturo Torres Calderón, en el 2009 con
Felipe Chu Rubio (lo sacó del club) y este 2012 con el también alcalde Luis
Arroyo Rojas. Igualmente gozó de la confianza de los vicepresidentes que
asumieron la presidencia galvista como Eric Heldmaier Legalice, Henry Orellana
Domínguez y Sandro Bazán San Martín.
PACIENCIA Y BUEN HUMOR
Koo Chía asegura que manejar 30 jugadores no es fácil y si le suman 25
chicos más de reserva, por aún. Felizmente el trabajar 12 años en clubes
profesionales le ha servido para tener destreza de hacer el trabajo de varias
personas a la vez, siendo un engranaje entre la directiva, comando técnico,
auxiliares, jugadores administrativos, prensa, la barra, etcétera, y donde a
veces hace de malabarista para atender a todos.
